18 de mayo de 2012

Alegrarse con Cristo





Jn 16,20-23a


“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada’”.


COMENTARIO


Muchos de los que perseguían a Jesús para matarlo se debieron alegrar de su muerte. Eso ya lo sabía el Hijo de Dios y por eso avisaba a sus discípulos de tal cosa iba a pasar. 


Al contrario pasaría con aquellos que seguían a Cristo: llorarían y lamentarían que eso hubiera pasado porque seguramente querían haber seguido a su lado durante muchos años. Sin embargo, su tristeza se tornaría danza y alegría. 


Bien sabía Jesús que sus discípulos tenían muchas dudas y que, por eso mismo, tendrían que esperar al día de su resurrección para ver confirmado todo lo que les había dicho. Entonces, en efecto, no hará falta preguntar nada porque todo habrá cobrado su verdadero color de verdad.




JESÚS,  los que te perseguían buscaban tu muerte y con ella se alegraron. Nosotros, sin embargo, que sabemos que moriste voluntariamente para salvarnos no llegamos a comprender, a veces, lo que eso significa. 






Eleuterio Fernández Guzmán




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