Mt 8, 5-15
"Al
entrar en Cafarnaúm, se acercó a Jesús un centurión, rogándole: 'Señor,
mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente'.
Jesús le dijo: 'Yo mismo iré a sanarlo'. Pero el centurión respondió:
'Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una
palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que
un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis
órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven”, él viene; y cuando digo a mi
sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó
admirado y dijo a los que lo seguían: 'Les aseguro que no he encontrado a
nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán
de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y
Jacob, en el Reino de los Cielos; en cambio, los herederos del Reino
serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar
de dientes'. Y Jesús dijo al centurión: 'Ve, y que suceda como has
creído'. Y el sirviente se sanó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó
a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre. Le
tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a
servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su
palabra, expulsó a los espíritus y sanó a todos los que estaban
enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el
profeta Isaías: 'Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras
enfermedades'”.
COMENTARIO
Este
texto del Evangelio de San Mateo está repleto de hechos extraordinarios
que muestran el poder que el Hijo de Dios había recibido de su Padre y
que había venido al mundo a repartir a corazón lleno.
En este
texto también se ve claramente que la confianza en Jesucristo tuvo,
tiene, mucho bien que repartir de parte del corazón del Hijo. Y es que
el centurión (del que se dice que era uno de los llamados "temerosos de
Dios" pero no era judío) debía saber Quien era aquel Maestro al que se
dirigía con una seguridad tan grande en su persona y en su poder.
Hay
algo, sin embargo, que mueve a espanto: el Hijo de Dios avisa acerca de
que hay muchos que están confiados en la salvación eterna y, sin
embargo, no la alcanzarán...
JESÚS, gracias por ser tan claro a la hora de decirnos las cosas.
Eleuterio Fernández Guzmán
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