9 de febrero de 2022

Del corazón salen las obras

Mc 7, 14-23



Jesús, llamando a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!”

Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. Él les dijo: “¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?” Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.

Luego agregó: “Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. “



COMENTARIO

Es verdad que, en muchas ocasiones, se solía achacar a la impureza el mal que el hombre tenía, aquello de malo que le pasaba. Por eso había muchas reglas acerca de qué se podía comer y qué no se podía comer. Pero el Hijo de Dios comprendía mejor la realidad del alma y del corazón y tenía muy claro lo que tantos no lo tenían…

Jesucristo lo dice con verdadera claridad: lo que entra de alimento en el hombre va al vientre y no al corazón. Por tanto, es difícil que pudiera contaminar, hacer impuro, al corazón. Y es que, lo contrario era la verdad: no había alimento que contaminara el alma del hombre.

Y, sin embargo, comprendía muy bien el Hijo de Dios de dónde salían las obras, lo que el hombre quería hacer y, a veces, muchas, hasta lo hacía: del corazón. Y era el corazón lo que debía mantenerse puro y no el estómago...



JESÚS, gracias por hablar con total claridad sobre lo que importa de verdad.



Eleuterio Fernández Guzmán

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