Lunes, 6 de diciembre de 2021
“Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos
fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de
Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para sanar. Llegaron
entonces unas personas trayendo a un paralítico sobre una camilla y buscaban el
modo de entrar, para ponerlo delante de Jesús. Como no sabían por dónde
introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo,
lo bajaron por entre las tejas con su camilla en medio de la concurrencia y lo
pusieron delante de Jesús.
Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: ¡Hombre, tus pecados te
son perdonados¡.
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: ¡¿Quién
es éste que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?’ Pero
Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ‘¿Qué es lo que están pensando?
¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados’, o ‘Levántate y camina’?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de
perdonar los pecados -dijo al paralítico- a ti te digo, levántate, toma tu
camilla y vuelve a tu casa’.
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su
camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y
glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas
maravillosas’”.
COMENTARIO
En
realidad, resulta curioso y triste que hubiera personas, en tiempos del Hijo de
Dios, que no tuvieran más en cuenta la misericordia que lo que ellas pudieran
pensar.
Aquel
hombre paralítico es seguro que necesitaba una ayuda algo más que normal. Y
Cristo lo cura diciendo eso de los pecados porque había la creencia según la
cual si una persona padecía enfermedad es que había pecado contra Dios.
Cristo,
de todas formas, sabía que eso no era así y, por eso mismo, le dice eso de los
pecados para que los que lo criticaban supieran que él era el Mesías y actuaba
con el poder de Dios aunque, como sabemos, eso no les hizo ninguna gracia.
JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso a pesar de
muchos…
Eleuterio Fernández Guzmán
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