Jn 10,
11-18
“1 Yo soy el
buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado,
que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace
presa en ellas y las dispersa, 13 porque es asalariado y no le importan nada
las ovejas. 14 Yo soy el buen
pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15 como me conoce el
Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida
por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas,
que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.17 Por eso me ama el
Padre, porque doy mi vida, para
recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo
poder para darla y poder para recobrarla
de nuevo; esa es la orden que he
recibido de mi Padre.'”
COMENTARIO
Ciertamente,
el Hijo de Dios sabe muy bien lo que va a pasar con su vida y no podemos decir
que ignorara, a tal respecto, lo que sería su porvenir. Por eso habla con la
convicción con la que habla y nos dice, con toda claridad, a qué debemos
atenernos.
Es
Cristo el Bueno Pastor. Y diciendo eso nos está poniendo sobre la pista, primero,
de a Quién debemos acudir y, luego, dónde debemos acudir, a qué tipo de redil:
el del amor y la perseverancia.
Nos
dice el Hijo de Dios que ha recibido de su padre una orden que tiene que ver
con su propia vida. Y es que puede darla pero también puede recuperarla. Y eso
es, exactamente, lo que pasó.
JESÚS, gracias por cumplir hasta la última sílaba de lo que
estaba escrito.
Eleuterio Fernández Guzmán
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