1 de julio de 2020

No comprender nada


Mt 8, 28-34

"Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: '¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?' Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: 'Si nos echas, mándanos a la piara de puercos.' Él les dijo: 'Id.' Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su territorio."

COMENTARIO

Es más que cierto que el Hijo de Dios predicó durante unos años en la tierra que le había visto nacer. Por tanto, no era difícil que su fama de santidad corriera por los campos y lagos de Tierra Santa. Por eso, la reacción de aquellas personas que vieron lo que vieron, no es nada extraña.
Aquellos hombres, poseídos por demonios, no lo debían pasar nada bien pues la posesión demoníaca no deber ser lo mejor del mundo. Y ellos se encuentran, en aquel momento, con Jesucristo, que no podía permitir aquella situación.
Cuando Cristo expulsa a los demonios y les permite que entren en los cerdos y estos se matan… en fin. Aquello no gustó a los dueños de los cerdos que, al parecer, apreciaban más lo material que lo espiritual. Y es que Jesucristo, como vemos, tenía mucho trabajo que hacer.

JESÚS, gracias por hacer lo que debías hacer.

Eleuterio Fernández Guzmán

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