5 de julio de 2020

El yugo de Cristo

Mt 11, 25-30

“25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: ‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque  has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. 26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie  sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28 ‘Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.  29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; = y hallaréis descanso para vuestras almas. = 30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera’”.


COMENTARIO

Cuando el Hijo de  Dios agradece a su Padre que las cosas importantes de la fe las haya revelado a los más  pequeños no quiere decir que no sean importantes otros sino que eran los más dispuestos a aceptar sin oponer la resistencia que oponían aquellos que se consideraban sabios pero que, al contrario, tergiversaban el sentido exacto de la Ley de Dios.

El caso es que Jesucristo, que conocía más que bien la Voluntad de Dios, sabía que sus discípulos debían acercarse a su corazón aunque ellos pudiesen creer que era muy difícil llevar su yugo. Sin embargo, no era así la cosa porque, como nos dice Jesucristo, su yugo es fácil de llevar.


JESÚS, gracias por dejarnos llevar tu yugo.

Eleuterio Fernández Guzmán

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