Jn 6, 51-58
“’51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno
come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi
carne por la vida del mundo.’ 52 Discutían entre sí los judíos y decían: ‘¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne?’ 53 Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad
os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera
comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre,
permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo
que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me
coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron
vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.’”
COMENTARIO
Seguramente,
haber escuchado las palabras que hoy nos trae el Evangelio de San Juan de boca
del Hijo de Dios tuvo mucha importancia. Sin embargo, como vemos aquí mismo, muchos
no entendieron lo que decía y hoy día, siglos después, estamos seguramente algo
más cerca de entenderlo.
Nosotros
tenemos la Eucaristía que, como Acción de Gracias, nos sirve para hacer lo que
Jesucristo dijo que hiciéramos en conmemoración suya. Por eso comprendemos
mejor que nosotros, al comer de tal Pan
de Vida eterna, podemos alcanzar la vida que no muere ya nunca.
Hay
algo, además, que corrobora lo que dice el Hijo de Dios: los antepasados del
pueblo judío comieron el maná. Pero tal pan no salvaba para siempre como sí lo
hace comer del Pan Vivo del que habla Jesucristo.
JESÚS, gracias por
darte a comer a quien en Ti cree.
Eleuterio Fernández Guzmán
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