3 de enero de 2020

El Cordero de Dios

Jn 1, 35-42
"35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. 36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: 'He ahí el Cordero de Dios.' 37 Los dos discípulos le oyeron  hablar así y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: '¿Qué buscáis?' Ellos le respondieron: 'Rabbí - que quiere decir, 'Maestro' - ¿dónde vives?' 39 Les respondió: 'Venid y lo veréis.' Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. 40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: 'Hemos encontrado al Mesías' - que quiere decir, Cristo. 42 Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: 'Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas' - que quiere decir, 'Piedra'".

COMENTARIO

Podemos decir que cuando Juan el Bautista señala a Jesucristo y lo nombra como el “Cordero de Dios” está haciendo, por decirlo así, una nueva Epifanía o manifestación. Y, siendo cierto que no es una manifestación del propio Hijo de Dios, por sí mismo hecha, tampoco es menos cierto que sí, que a través de Juan se ha manifestado el Mesías.
Estos primeros discípulos que hace Jesucristo podemos imaginar que habían descubierto algo muy importante en aquel hombre que aparecía, así, de repente en sus vidas. Pero eso no implica que, por no conocerlo, no iban a seguirlo.
En este texto hay, además, un anuncio muy importante que, con sus palabras, hace el Hijo de Dios: cambia el nombre de Pedro por el de Cefas, que quiere decir piedra. Y lo hace porque sobre aquella piedra iba a construir su Iglesia, luego llamada católica.

JESÚS, gracias por anunciar tantas cosas buenas.

Eleuterio Fernández Guzmán

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