Mt 6, 19-23
“19 ‘No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. 20 Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. 21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. 22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; 23 pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!”
COMENTARIO
Durante sus años de predicación, el Hijo de Dios tuvo que dar muchos consejos a sus discípulos. Y es que era mucho lo que debían cambiar de la forma que tenían de hacer la cosas y mucho lo que debían aprender. Y no es poco decir que los bienes del mundo no valen para nada después de la muerte y que lo que sí vale es la acumulación de aquello que vale para la vida eterna. Por eso, Jesucristo, que conoce más que bien el Cielo y qué es lo que allí hay, sabe que no se debe preocupar el ser humano por aquello que aquí, en el mundo, pueda tener por importante porque no lo es.
¿Qué hacer, pues?
Sencillamente, tener muy en cuenta que aquello que nosotros queremos hacer y llevar a cabo ha de estar bajo la Voluntad del Todopoderoso. Así, de tal manera, siempre seguiremos el camino recto que lleva a Su definitivo Reino, el Cielo.
JESÚS, gracias por darnos unos consejos que nos pueden llevar a gozar de la vida eterna.
Eleuterio Fernández Guzmán
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