Jn 15,
1-7
“1 ‘Yo soy la
vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da
fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra
que os he anunciado. 4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el
sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así
tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid; vosotros los
sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque
separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es
arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al
fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid lo que queráis y lo conseguiréis.’”
COMENTARIO
Hay palabras
dichas por el Hijo de Dios que son más que importantes y que resultan, de todo
punto, cruciales para comprender nuestra fe cristiana y, aquí, católica. Y las
que hoy traemos son, desde cualquier ángulo que se las mira, importantísimas.
Nosotros
formamos parte de la viña del Señor. Y eso, que es una imagen que nos viene la
mar de bien para entendernos, es una verdad grande. Y es que nosotros debemos
permanecer unidos a Jesucristo no sólo porque es Jesucristo, el Maestro sino
porque es Dios hecho hombre.
Hay, además, en
estas palabras, una clara advertencia. Y es que se nos avisa de algo a tener
muy en cuenta: si no permanecemos en Cristo seremos arrojados al fuego eterno.
Sí, el Infierno es lo que nos espera porque una cosa es que Dios sea bueno y
otra que no sea justo, que lo es.
JESÚS, gracias por ser la vid en la que vivir y existir.
Eleuterio Fernández Guzmán
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