4 de febrero de 2019

Lo que vale la pena



Mc 5, 1-2.6-13.16-20

“1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. 2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo 6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él 7 y gritó con gran voz: ‘¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes’. 8 Es que él le había dicho: ‘Espíritu inmundo, sal de este hombre’. 9 Y le preguntó: ‘¿Cuál es tu nombre?’ Le contesta: ‘Mi nombre es Legión, porque somos muchos’. 10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. 11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte;  12 y le suplicaron: ‘Envíanos a los puercos para que entremos en ellos’. 13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y
la piara - unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. 16 Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. 17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. 18 Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él. 19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo: ‘Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti’. 20 Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.”

COMENTARIO

Teniendo en cuenta que el Hijo de Dios era Dios mismo hecho hombre, no nos extrañada nada que tuviera poder, también, sobre los demonios que atormentaban a la gente. Por eso hay quien, siéndolo, reconoce a Cristo. Y, es más, le reconoce el poder total que tiene sobre él, el demonio. Por eso le piden, porque sabe que puede hacerlo, que los envíe a los cerdos una vez sabían que iban a ser echados de aquel hombre. Y el hombre liberado de aquel mal quiere seguir a su bienhechor pero Jesucristo prefiere que vaya a dar noticia de lo que le ha pasado. Y, sin embargo, los dueños de los cerdos no estaban, para nada, de acuerdo con aquellos porque, para ellos era mejor el negocio que la salvación de un ser humano sometido al Mal de aquella forma.


JESÚS,  gracias por demostrar lo que valía, de verdad, la pena.

Eleuterio Fernández Guzmán

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