21 de enero de 2019

Vino nuevo en corazones nuevos

Mc 2, 18-22

“18 Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: ‘¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?’ 19 Jesús les dijo: ‘¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. 20 Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día. 21 Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. 22 Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.’”

COMENTARIO

Aquellos que seguían las tradiciones judías a rajatabla se preguntaban, y no nos extraña según eran ellos, las razones para que los discípulos de Jesús no ayunaran como lo hacían, incluso, los de Juan el Bautista. Pero Cristo sabía que mientras Él estuviera con ellos no debían hacer eso sino, en todo caso, cuando muriera. Y, además, les pone el ejemplo de vino nuevo y del viejo, del paño viejo y del nuevo. Y es que, en realidad, lo nuevo requiere un corazón nuevo y eso era lo que Jesucristo quería de aquellos que quisieran seguirlo: dejar atrás el corazón viejo, de piedra y convertirse para tener un corazón de carne y nuevo. Sólo así, aquel vino nuevo que era la Palabra de Dios, con ser la misma de siempre, podría ser contenido en ellos.


JESÚS,  gracias por darnos del vino nuevo de su santísima Palabra.


Eleuterio Fernández Guzmán

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