2 de enero de 2018

Y todo se cumplió

Lc 2,16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.”


COMENTARIO

Los pastores habían creído y, luego, había confirmado que Dios nunca miente ni a ellos podía engañarlos. Por eso, cuando ven que, en efecto, había un Niño recién nacido les había dicho el Ángel, todo se les vuelve gozo.

María, aquella Madre joven que había dicho sí a Dios y que no había tenido miedo a lo que pudiera pasar (¿Quién ha de temer algo sabiendo que Dios es su Padre?), como nos dice el texto bíblico, todo lo que le pasaba lo guardaba en su corazón y lo meditaba o, lo que es lo mismo, tomaba asiento en su alma.

Como no podía ser menos, todo debía cumplirse. Por eso llevan a Jesús a que fuera circuncidado y a que recibiera el nombre que el Ángel había dicho a María: Jesús será su hombre, Dios salva. Amén.


JESÚS,  ayúdanos a tenerte siempre a nuestro lado.



Eleuterio Fernández Guzmán

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