5 de enero de 2018

Reconocer a Cristo

Jn 1, 43-51

“43 Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: ‘Sígueme.’ 44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe se encuentra con Natanael y le dice: ‘Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.’
46 Le respondió Natanael: ‘¿De Nazaret puede haber cosa buena?’ Le dice Felipe: ‘Ven y lo verás.’ 47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: ‘Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.’ 48 Le dice Natanael: ‘¿De qué me conoces?’ Le respondió Jesús: ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.’
49 Le respondió Natanael: ‘Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.’ 50 Jesús le contestó: ‘¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.’ 51 Y le añadió: ‘En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.’”


COMENTARIO

Había quien descubrió pronto que Jesús era el Mesías. Ciertamente, eran muy pocos los que se dieron cuenta de eso. Pero, como Andrés, no dudan en comunicarlo a quienes conocen como, por ejemplo, a su hermano Simón, luego llamado Pedro por Cristo.

Natanael era otros de los que se dio cuenta. Lo hizo, sin embargo, por lo que consideraba un prodigio haber sido visto sin estar allí por parte del Maestro. Pero eso era, en verdad, muy poco.

El Hijo de Dios sabe, sin embargo, que aquel mismo, Natanael, y otros, han de ver cosas mucho más prodigiosas hechas por Dios a través de Jesucristo.

  
JESÚS, ayúdanos a comprender y aceptar tu divinidad.



Eleuterio Fernández Guzmán

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