4 de junio de 2017

La paz de Dios



Jn 20, 19-23

“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió,  también yo os envío.’ Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo.  A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’”

COMENTARIO

Aquel domingo fue muy especial. Tal como les había prometido, iba a ser enviado el Espíritu Santo, el Paráclito, el Defensor de los hijos de Dios. Y aquello que se produce, misterioso a más no poder, pone sobre la mesa el poder total de Dios y lo que, por tanto, puede hacer quien todo lo puede hacer.

Pero ahora es el mismo Hijo de Dios quien, sobre ellos, exhala su aliento y el Espíritu Santo entra en sus corazones y en sus vidas. Antes les da la paz, pero la de Dios y no la del mundo que tanto daño le había hecho, en su hombre, a Quien ahora les hablaba.

Jesucristo, además, lleva a cabo el primer envío. Y es que a los que allí están los envía al mundo para que transmitan la Buena noticia. Es más, les da autoridad y poder para perdonar pecados y para retenerlos.


JESÚS, ayúdanos a ser buenos apóstoles tuyos.


Eleuterio Fernández Guzmán

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