Miércoles
III de Cuaresma
Mt
5,17-19
“En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus discípulos: ‘No penséis que he venido a abolir la Ley y los
Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el
cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que
todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños
y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos;
en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los
Cielos’”.
COMENTARIO
Muchos creían, en tiempos
del Mesías, que cuando llegara al mundo en Enviado de Dios muchas cosas iban a
cambiar. Y es que lo tenían por un Mesías batallador que iba a restablecer el
reino de Israel terminando con la invasión extranjera. Pero estaban muy
equivocados.
El Hijo de Dios,
Jesucristo, el Mesías esperado por el pueblo elegido por el Todopoderoso había
venido a que se cumpliera la Ley de Dios. No había venido a que se implantara
un nuevo Derecho sino, simplemente, a que se cumpliera. Y eso era señal de que
no se estaba cumpliendo.
La Ley de Dios debía ser
cumplida en todos sus puntos y acentos. Ni siquiera, por eso mismo, podía
incumplirse el más pequeño de ellos pues quien eso hiciera, y haga, no es que
no vaya al Cielo (así, dicho, en general) sino que, en caso de ir, será muy
pequeño allí.
JESÚS,
ayúdanos
a cumplir la Ley de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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