Viernes
III de Cuaresma
“En
aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta
pregunta: ‘¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?’. Jesús le contestó: ‘El
primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti
mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos’.
Le
dijo el escriba: ‘Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y
que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios’. Y Jesús, viendo que le había
contestado con sensatez, le dijo: ‘No estás lejos del Reino de Dios’. Y nadie
más se atrevía ya a hacerle preguntas.”
COMENTARIO
A lo mejor querían poner a
Jesús a prueba, pero resulta curioso que alguien se atreviera a preguntarle por
la Ley de Dios. Y es que de sobre sabía cuál era el primer Mandamiento. Lo que
pasa es que muchos de los que eso le preguntaban no tenían muy buenas ideas al
respecto.
Cuando Jesucristo les
habla del Mandamiento primero y del segundo (que resume muchos de los diez
normas divinas) les quiere decir que, en efecto, primero hay que amar a Dios. Y
eso tenía consecuencias que, muchas veces, no eran tenidas en cuenta.
En alguna que otra parte
del Nuevo Testamento se dice que hay quien hablaba de Cristo como de alguien
que enseñaba “con autoridad”. Y tal era su autoridad que, como nos dicen aquí
mismo, nadie quería hacerle más preguntas… no sucediera que les dijera algo que
no querían escuchar.
JESÚS,
ayúdanos
a cumplir la Ley de Dios como Dios quiere que la cumplamos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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