Viernes
III de Adviento
Jn 5,33-36
“En
aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: ‘Vosotros mandasteis enviados donde Juan,
y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre,
sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y
vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio
mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a
cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha
enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí’”.
COMENTARIO
Aquí dice el Hijo de Dios
algo que nunca deberíamos olvidar: quiere que nos salvemos. Por eso dice que lo
que dice lo dice para eso, precisamente. Por eso insiste tantas veces en lo que
es importante.
Jesús sabe, lo sabe, que
si el Bautista era muy importante, Él lo es mucho más. Por eso da testimonio de
algo mucho más importante que tiene que ver con la salvación eterna que es la
que anhela para cada uno de sus hermanos los hombres.
Cristo lo dice con toda
claridad: lo ha enviado Dios, el Padre. Por eso creer a Cristo es creer,
confiar, en el Padre y no creer en Cristo es no creer en el Padre. Por eso insiste
tantas veces en creer y en confiar en Él.
JESÚS,
ayúdanos
a no dudar nunca de Ti.
Eleuterio Fernández Guzmán
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