12 de octubre de 2016




Lc 11, 27-28


“Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: ‘¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!’ Pero él dijo: ‘Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.’

COMENTARIO

Hay quien pudiera pensar que Jesucristo se muestra desabrido con su Madre que, al fin y al cabo, es la Madre de Dios. Sin embargo, es muy importante entender lo que nos quiere decir el Maestro cuando, en apariencia, hace de menos a quien lo trajo al mundo.

En primer lugar, aquellos que le dicen lo que le dicen a Cristo no hacen nada malo. Aquella mujer, en concreto, agradece a María que llevar a Jesús en su seno y que lo criara. Y eso, en sí mismo, no es nada malo.

Jesús, sin embargo, ahonda en aquella situación. En realidad, hace mucho de más a su Madre y no de menos. Y eso es así porque su Madre es quien escucha la Palabra de Dios y la guarda en su corazón poniéndola en práctica. Y eso la pone por encima de su naturaleza de madre, digamos, natural, porque la eleva al mismo Cielo.


JESÚS,  ayúdanos a ser como María, Madre tuya y Madre nuestra por gracia de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán

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