20 de octubre de 2016

El fuego de Dios


Jueves XXIX del tiempo ordinario
Lc 12,49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra’”.

COMENTARIO

Para que no haya duda alguna, el Hijo de Dios lo dice: ha venido al mundo a llevar a cabo una misión que no es fácil pero que debe cumplir porque ha sido puesta por el Todopoderoso, su Padre y el nuestro.

Pero es más: Jesús no ha venido, no vino, al mundo, a traer una paz que el mundo otorga con sus correspondientes trampas. No. Lo que vino a hacer es a traer la guerra, la división pero una guerra y una división que tienen que ver con la voluntad de Dios, con el hecho mismo de cumplirla.

Por eso pone sobre la pista de lo que iba a pasar… y pasó. Y es que dentro de una familia habría divisiones porque unos lo amarían a Él y otros estarían en su contra. Y así ha sido desde entonces.


JESUCRISTO, ayúdanos a procurar que el mundo arda según tú quieres que arda.

Eleuterio Fernández Guzmán

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