Jueves XXX
del tiempo ordinario
Lc 13,31-35
“En
aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘Sal y vete
de aquí, porque Herodes quiere matarte’. Y Él les dijo: ‘Id a decir a ese
zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer
día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante,
porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.
‘¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!’”.
COMENTARIO
Jesús, podemos decirlo
porque es más que conocido, no era querido por todos sus contemporáneos. Es
decir, muchos de los poderosos de su tiempo y de Israel querían verlo muerto
porque lo que anunciaba al mundo no era de su egoísta gusto.
Otros, sin embargo, que sí
lo querían o creían entender lo que decía, avisan al Maestro de lo que le
espera. Pero el Hijo de Dios está al cabo de la calle de eso. No piensa echarse
atrás en el cumplimiento de una misión que le encomendó Dios mismo.
Jesucristo, que sabía la
muerte que iba a tener, había procurado que el pueblo elegido por el
Todopoderoso fuera por el buen camino. Sin embargo, no muchos lo habían seguido
y la gran mayoría había preferido el mundo a Dios.
JESUCRISTO,
ayúdanos
a seguirte, a seguir a Dios mismo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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