1 de mayo de 2015

Las mansiones de Cristo


Viernes IV de Pascua



Jn 14,1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino’. Le dice Tomás: ‘Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’. Le dice Jesús: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí’”.

COMENTARIO


Jesús sabía que debía hacer ver a sus discípulos más allegados (también a los demás, claro) que había algo que debían tener siempre en su corazón: la vida eterna. Por eso los anima hablándoles de cómo es la vida junto al Padre.

Jesús se iba a ir porque debía hacer algo: preparar las mansiones que, luego, ocuparían sus discípulos, aquellos que, habiéndole conocido lo habían amado y, convirtiéndose, habían creído en Él.

Jesús, además, afirma algo que es esencial para todo discípulo suyo: es el Camino, es la Verdad… es la Vida. Y con tales verdades aquellos que le siguen han de hacer el camino hacia el definitivo Reino de Dios teniendo en cuenta quién es la Verdad y quién les da la vida eterna.


JESÚS, ayúdanos a no olvidar nunca que eres el Camino, la Verdad y la Vida.


Eleuterio Fernández Guzmán

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