25 de mayo de 2015

Dejarlo todo por Cristo



Mc 10, 27-37


“Jesús, mirándolos fijamente, dice: ‘Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.’ Pedro se puso a decirle: ‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.’ Jesús dijo: ‘Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio,  quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al  presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.’ Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: ‘Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.’ Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: ‘Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.’ El les dijo: ‘¿Qué queréis que os conceda?’ Ellos le respondieron: ‘Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.’”  

COMENTARIO

Dejarlo todo por Cristo

Jesús sabe que seguirlo a Él puede traer consecuencias no del todo buenas, humanamente hablando, para quien eso haga. Pero también sabe que el premio por hacer eso no es poca cosa sino, al contrario, grande y tiene relación con la mismísima vida eterna.


Lo que está escrito

Aunque sabía que decir ciertas cosas no podía gustar a sus discípulos y, mucho menos, a los que eran tenidos por sus apóstoles, no puede dejar de decir lo que va a pasar. Todo lo escrito, sobre todo en el profeta Isaías, se iba a cumplir palabra a palabra.
Los anhelos del hombre

Jesús no dejaba de sorprenderse. Él estaba tratando de que conocieran lo que iba a pasar y, así, estar preparados para ello, y, al parecer, no todos se acababan de enterar. Es más, los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan sólo anhelan estar sentados a su lado en la gloria…


JESÚS, ayúdanos a comprender, con exactitud, lo que significa ser hermano tuyo e hijo de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán



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