Mc 10, 27-37
“Jesús, mirándolos fijamente, dice:
‘Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para
Dios.’ Pedro se puso a decirle: ‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido.’ Jesús dijo: ‘Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa,
hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el
Evangelio, quedará sin recibir el ciento
por uno: ahora al presente, casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo
venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos,
primeros.’ Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de
ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra
vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: ‘Mirad que subimos
a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los
escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán
de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.’
Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: ‘Maestro,
queremos, nos concedas lo que te pidamos.’ El les dijo: ‘¿Qué queréis que os
conceda?’ Ellos le respondieron: ‘Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno
a tu derecha y otro a tu izquierda.’”
COMENTARIO
Dejarlo todo por Cristo
Jesús sabe que seguirlo a Él puede traer consecuencias no del todo
buenas, humanamente hablando, para quien eso haga. Pero también sabe que el premio
por hacer eso no es poca cosa sino, al contrario, grande y tiene relación con
la mismísima vida eterna.
Lo que está escrito
Aunque sabía que decir ciertas cosas no podía gustar a sus discípulos y,
mucho menos, a los que eran tenidos por sus apóstoles, no puede dejar de decir
lo que va a pasar. Todo lo escrito, sobre todo en el profeta Isaías, se iba a
cumplir palabra a palabra.
Los anhelos del hombre
Jesús no dejaba de sorprenderse. Él estaba tratando de que conocieran lo
que iba a pasar y, así, estar preparados para ello, y, al parecer, no todos se
acababan de enterar. Es más, los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan sólo anhelan
estar sentados a su lado en la gloria…
JESÚS, ayúdanos a comprender, con exactitud, lo que
significa ser hermano tuyo e hijo de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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