Jueves I de Cuaresma
Mt 7,7-12
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: ‘Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé
una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo
malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que
está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! Por tanto, todo
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos;
porque ésta es la Ley y los Profetas’”.
COMENTARIO
El amor de Dios por sus hijos los hombres es manifiesto y ha sido
demostrado a lo largo de la historia de la humanidad. Nos ama porque nos ha
creado y, por eso mismo, siempre espera que nos acerquemos a su corazón en
demanda o agradecimiento.
Jesús nos dice que nos acerquemos al Creador cuando necesitemos ser
socorridos. Sabe que siempre nos escucha porque quiere, para nosotros, lo
mejor. Por eso nos pide Cristo, muchas veces, que no dejemos de ser perseverantes
en la oración.
Jesús nos da una regla que es esencial para comprender qué supone ser
discípulos suyos. Es una regla que muchas veces no tenemos en cuenta en nuestra
vida pero que nos puede salvar eternamente: hacer a los demás lo que queremos
que los demás hagan por nosotros. Es, por decirlo así, la regla de oro del
comportamiento adecuado.
JESÚS, ayúdanos a comprender el sentido de la Palabra de
Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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