Viernes II
de Adviento
Mt 11,13-19
“En aquel tiempo dijo Jesús a la
gente: ‘¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los
chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os
hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no
os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen:
‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis
un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se
ha acreditado por sus obras’”.
COMENTARIO
Jesús conocía los muchos defectos de la sociedad en la que vivía. Es
más, conocía a la perfección los que tenían los creyentes que la componían. Y
no perdía ocasión de corregirlos porque era difícil que se diesen cuenta del
abismo en el que estaban cayendo.
Jesús sabe que Juan el Bautista, quien lo bautizo, era un enviado de
Dios. Pero muchos no es que no creyeran en él sino que no gustaban nada de nada
de lo que predicaba y por eso buscaban su muerte.
Pero Jesús va un poco más allá. Habla de sí mismo, del Hijo del hombre.
Vino y muchos tampoco creen en Él y, además, critican lo que hace y cómo actúa.
Sin embargo, como bien dice el Hijo de Dios, ha acrecentado la Sabiduría por lo
que hizo.
JESÚS, ayúdanos a reconocerte y a creer en ti.
Eleuterio Fernández Guzmán
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