1 de septiembre de 2014

Dios es Padre de todo ser humano


Lunes XXII del tiempo ordinario
Lc 4,16-30


En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: 'El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor'.

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: 'Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír'. Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: '¿No es éste el hijo de José?'. Él les dijo: 'Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria'. Y añadió: 'En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio'.

Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.
COMENTARIO

Los vecinos de Jesús, al parecer, no comprendían lo que el hijo de José y de María estaba haciendo. Lo escuchan complacidos en la Sinagoga pero, a la hora de entender lo que está leyendo y, en realidad, lo que a El le afecta, no dan el paso siguiente de creerlo.

Jesús sabe que los antepasados de aquellos que ahora lo rechazan mataron a otros profetas. Y lo hacían porque no les gustaba nada de nada lo que les ponía sobre la mesa de su realidad. Les hacía ver lo que ellos no querían ver. Y eso pasa con Jesús.

Resulta curioso el sentido de avaricia que llegó a adquirir el puedo judío. Creían que sólo a sus miembros salvaría Dios sin darse cuenta de que el Creador es Padre y lo es de todos. Por eso salvó en otro tiempo a personas no judías. Pero eso, según refleja este texto, no era comprendido por aquellos que debían conocer la misericordia de Dios.


JESÚS, muchos de tus vecinos no entendían lo que les estabas diciendo. Ayúdanos a tener un corazón abierto y no cerrado.




Eleuterio Fernández Guzmán


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