Jueves
XVII del tiempo ordinario
Mt 13,47-53
“En
aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: 'También es semejante el Reino
de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas
clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y
recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin
del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los
justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y
el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?' Dícenle:
'Sí'. Y Él les dijo: 'Así, todo escriba que se ha hecho discípulo
del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca
de sus arcas lo nuevo y lo viejo'. Y sucedió que, cuando acabó
Jesús estas parábolas, partió de allí”
COMENTARIO
Es
bien cierto que Dios hacía escogido un pueblo para que fuera, muy
especialmente, el suyo. Por eso le transmitió su Palabra para que
hiciera lo propio allá donde fuera. Por eso sus miembros se
consideraban muy especiales.
Dios,
sin embargo, que tiene a todos por hijos suyos (porque lo son), nos
quiere a todos cabe sí y, por eso mismo, a todos nos llama con los
gemidos inefables de su Espíritu. A todos nos llama y a todos nos
espera.
Muchos
aceptamos su llamada pero otros, conociéndolo, no la aceptan y se
alejan del Padre porque tienen por bueno que el mundo les
proporcionará mejor vida en la tierra ignorando que hay otra vida y
que dura para siempre.
JESÚS,
tus hermanos (todos los seres
humanos) debemos querer, debemos, estar junto a Ti, junto al Padre.
Ayúdanos a no salirnos del camino que lleva al definitivo Reino de
Dios.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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