15 de mayo de 2014

Ser como Dios quiere que seamos




Jueves IV de Pascua


Jn 13,16-20

Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado’”.


COMENTARIO

En aquel momento crucial de la vida de Cristo y de la humanidad misma era muy importante que comprendiesen, aquellos que le escuchaban, lo que era importante para ellos. Cumpliendo lo escuchado, llegarían hasta donde todos querían llegar: la vida eterna.

No ser más que el Maestro no es cosa a no tener en cuenta pues Jesús sabía que, a lo mejor, alguno de ellos querían superarlo en algo. Eso, claro está, era imposible pero podría hacer en soberbia a quien eso pretendiese.

Debían saber que era crucial para su espíritu tener en cuenta que quien acogía a uno que era enviado en su nombre era como si se le acogía a Él mismo y, claro, a Dios, Creador y Padre. Era como aceptar a Quien el Todopoderoso había enviado al mundo para que el mundo no pereciera para siempre.

JESÚS, cuando en aquella Última Cena aconsejas lo bueno y mejor para aquellos que te escuchan, esperas ser escuchado. Ayúdanos a no tener, aquello, como no sucedido y no dichas tus palabras.




Eleuterio Fernández Guzmán


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