23 de febrero de 2014

Ley, la de Dios




Domingo VII (A) del tiempo ordinario
Mt 5, 38-48


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 'Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
'Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial'”.

COMENTARIO

Dios no tiene una Ley que sea fácil de cumplir para el hombre el cual, por cierto, está más que acostumbrado a hacer de su capa un sayo en cuanto al cumplimiento de la norma divina. Por eso Jesús pone tantos ejemplos.

Poner la otra mejilla cuando te abofeteen no es lo que un ser humano haría de ordinario. Hace falta un comportamiento espiritual muy profundo que haga que uno mismo se dé cuenta de que la violencia no es el mejor camino aunque, en realidad, seas tú mismo el atacado. Pero eso es comportarse según quiere el Creador.

Y amar al enemigo... Jesús pone el listón muy alto o, para algunos, imposible de pasar por arriba. En realidad, el amor es la seña de identidad, la de verdad, de los discípulos de Cristo y muestra si, en verdad, se es o no se es discípulo.

JESÚS, enseñas la Verdad. Sin embargo, no siempre es bienvenida. Ayúdanos a tenerla siempre en cuenta en nuestra vida.




Eleuterio Fernández Guzmán


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