30 de julio de 2013

Advertidos estamos



Martes XVII del tiempo ordinario
Mt 13,36-43

“En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: ‘Explícanos la parábola de la cizaña del campo’. Él respondió: ‘El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 
’De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’”.

COMENTARIO

Justo al final de este texto del evangelio de san Mateo Jesús dice algo que nunca deberíamos olvidar. Lo hace para avisarnos sobre lo que ha dicho antes. Y dice que “el que tenga oídos, que oiga”.

Jesús explica la parábola de la cizaña porque, al parecer, no comprendían que debían andar con mucho cuidado con ciertas aportaciones del Maligno a sus vidas. Lo malo es sembrado en nuestro corazón por Satanás y hemos de tener mucho cuidado de no hacerle un hueco en nuestra vida.

Cuando Jesús dice que debemos escuchar lo que nos dice lo hace porque antes, un poco antes, deja bien dicho que cuando llegue su Parusía sus ángeles vendrán a recoger lo malo y lo bueno y a cada uno de ello le darán un destino determinado. Por eso nos pone sobre la pista de lo que nos conviene hacer.


JESÚS, nos adviertes de lo que pasará cuando llegue el día de que pase. Sin embargo, en demasiadas ocasiones hacemos oídos sordos a tus importantes palabras.







Eleuterio Fernández Guzmán


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