20 de octubre de 2012

Escuchar y creer a Cristo




Sábado XXVIII del tiempo ordinario

Lc 12,8-12


“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

‘Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir’”.

COMENTARIO

Jesús ni se andaba ni se anda con medias tintas. Dice lo que nos conviene tener en cuenta para nuestras vidas y, sobre todo, para la que lo es eterna. Por eso hay que escucharle con atención pero no olvidar lo que dice.

A Jesús se le puede tener como el Hijo de Dios o como un hombre que, habiendo sido bueno, no es nada más. Sin embargo, hacerlo de una manera o de otra tiene consecuencias muy graves para la persona.

Aceptar a Cristo como el Enviado de Dios y seguir sus mandatos y doctrinas trae como consecuencia que Él mismo hable por nuestro bien. Si hacemos otra cosa, bien lo dice Jesús, nada bueno hará a favor nuestro. Y eso lo deberíamos tener en cuenta.

JESÚS, aquellos que te escuchaban lo hacían, muchos de ellos, porque creían que eras el Enviado de Dios. Otros, sin embargo, no hacían caso alguno a lo que decías. Y, a veces, esos mismos somos nosotros.




Eleuterio Fernández Guzmán


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