16 de octubre de 2012

El corazón ha de estar limpio de cierta miseria




Martes XXVIII del tiempo ordinario

Lc 11,37-41

“En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: ‘¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros’”.

COMENTARIO


Seguir la Ley de Dios según de qué forma se siga no es, sólo, una costumbre del tiempo de Jesús sino, también y por desgracia, de hoy mismo. Pero Jesús, entre sus contemporáneos, pudo apreciar cuán equivocados llegaban a estar muchos de ellos.

Hacer ver, en el exterior, que se es muy piadoso no es lo más adecuado si el en interior, en el corazón, no florece de verdad la caridad y, así, el amor. Y Jesús se daba cuenta de cuanta falsedad había en muchas personas.

El corazón ha de dar limpiamente de lo que tiene. De la bondad del corazón habla la boca…

JESÚS, muchos estaban equivocados a la hora de hacer ver que eran lo que, ciertamente, no eran: fieles hijos de Dios. Nosotros, incluso hoy mismo, caemos en las mismas trampas y no parece que nos queramos dar cuenta de ello.




Eleuterio Fernández Guzmán


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