12 de septiembre de 2012

Doctrina santa de Cristo





Miércoles XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,20-26

“En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: ‘Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

‘Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas’".


COMENTARIO

Es bien cierto que Jesús dijo muchas cosas importantes a lo largo de la vida que conocemos como pública. Aquellos años fueron ricos en frutos espirituales y muchas personas, por las palabras que salieron de su boca, se convirtieron a Dios.

Jesús, sin embargo, estableció una especie de reglas del alma que debían seguir aquellos que manifestaban una voluntad favorable a su persona y a su mensaje. Las Bienaventuranzas servirían, y sirven, para dar a entender que somos discípulos suyos.

Ser pobres, tener hambre y ser odiados por causa de Jesús son una buena presentación espiritual de lo que se y de a Quien se sigue. Pero aquellos que, sin embargo, no siguen a Cristo porque están a las cosas del mundo y no son espirituales sino carnales… para aquellos no hay preparado nada bueno.



JESÚS, quieres lo mejor para tus hermanos y para los hijos, todos, de Dios. Difundes, Tú, una doctrina santa pero nosotros, como muchas veces no nos conviene, miramos para otro lado.




Eleuterio Fernández Guzmán


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