11 de septiembre de 2012

Apóstoles



Martes XXIII del tiempo ordinario


Lc 6, 12-19

“En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.”

COMENTARIO


Jesús tuvo que escoger a unas personas para que, con el tiempo, cumplieran la misión que les encomendaría y que sería el anuncio del Reino de Dios, de la conversión del corazón y la del asentimiento verdadero y franco a la Ley del Creador.

Escoge a los 12. Antes había orado a Dios, dice el texto del evangelio de San Lucas, durante toda la noche. Pedía a Su Padre, el necesario discernimiento y que el Espíritu Santo inspirara su corazón para escoger a los apóstoles de entre sus, ya, muchos discípulos.

Y Jesús se detuvo. Lo hizo porque sabía que muchas personas le seguían porque lo reconocían como el Enviado de Dios o, al menos, como un Maestro que enseñaban con más autoridad que otros que ellos conocían. Y con el poder de  Dios curó y enseñó


JESÚS, aquellos que te seguían eran hermanos en la fe que se habían dado cuenta de que eras muy importante para el mundo. Nosotros, sin embargo, solemos hacer como si sólo fueras un profeta muy importante porque no seguimos tus indicaciones espirituales.




Eleuterio Fernández Guzmán


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