19 de julio de 2012

Las molestias de la Cruz y la Biblia

 






En determinadas ocasiones se producen intentos de hacer de menos a determinados símbolos católicos como si los mismos no formaran parte de la sociedad en la que vivimos y como si no hubieran colaborado a ser lo que somos. 

Seguramente, quien esté en contra de que tanto la Cruz como el Crucifijo o la Santa Biblia tendrá más de una razón para que no sigan apareciendo en ningún acto oficial o en cualquiera tipo de circunstancias que llaman “públicas”. Sin embargo serán razones muy alejadas de la realidad y seguramente se basarán en normas sobre las que apoyan su pretensión de preterición de los maderos cruzados y de la Palabra de Dios.

Sin embargo existen, con toda seguridad, unas verdaderas causas de todo este extraño, pero comprensible para según qué mentalidades, tejemaneje:

1.-Odio a la Iglesia

Claramente se manifiesta, con actitudes como las que llevan a pretender que algo que es, en sí mismo, la representación de una fe que une a millones de personas en España, desaparezca de actos públicos, una animadversión algo enfermiza hacia la Esposa de Cristo que no hace más que hacer efectivo un anticlericalismo algo caduco y rancio. Y esto desde muchos puntos de vista ideológicos incluidos de los que se debería esperar más comprensión.

2.-Odio a Cristo

Cuando alguien se ensaña de la forma que lo hace con el símbolo más importante para un cristiano, como es la Cruz y contra la Sagrada Escritura que es, al fin y al cabo, Palabra de Dios inspirada al hombre, se hace con un consciente odio hacia el Hijo de Dios que vino a recordarnos (“Para eso he venido”, dijo) que no quería abolir la Ley de Su Padre sino, al contrario, a darle cumplimiento; a darle cumplimiento, ni más ni menos. Y eso molesta cuando implica, tal actuación, un posicionarse en contra del relativismo, del nihilismo y de otros muchos -ismos que son contrarios a la misma existencia de Dios.



3.-Odio a lo religioso

Se pretende, además, encontrarse de frente con las ideas que puedan surgir desde ambientes religiosos católicos porque, al fin y al cabo, lo que no se entiende ni se estima ni se ama es el básico aspecto religioso que toda persona tiene inscrito en su corazón. Tal religiosidad le lleva, sin duda, a hacerse muchas preguntas que sólo encuentran respuesta en Dios y que, así, salvan a la persona que se las hace de la desesperación más grande porque Dios es la misma respuesta.


4.-Odio a lo católico

Concreción de lo religioso; concreción efectiva de la fe; constatación de la presencia de Dios en el mundo. Se actúa contra esto porque, evidentemente, no se quiere que aquello que ha conformado la misma naturaleza de Europa siga persistiendo. Por eso se apoyan, por otra parte, la islamización del viejo continente por dejación del respeto que merece el catolicismo.

5.-No controlar, del todo, a la población religiosa

Pero, además, no se quiere dejar de tener bajo el control del Estado, a todas aquellas personas que, diciéndose católicas, no admiten ciertos comportamientos ni ciertas legislaciones que son muy contrarias a sus creencias. Las personas que, sin dejarse dominar por respeto humano que valga, salen a la calle a defender a la Familia o a la Educación, son, para tales pensamientos totalitarios, deleznables y desechables para la sociedad que pretenden construir.

6.-Odio a los símbolos

Por si todo esto fuera poco, querer hacer desaparecer tanto la Cruz como la Biblia es un proceder puramente censor porque es querer que no se aprecie lo que es, con toda su fuerza, algo presente en la vida de millones de españoles.

Hay, también, otro tipo de razones en las que se apoyan aquellos que pretenden que símbolos católicos como la cruz o la misma Biblia, para que vengan a menos. Son, por ejemplo, los que siguen:

1.-No querer que los católicos nos manifestemos en la vida pública

Al fin y al cabo lo que se quiere es que, precisamente, el catolicismo no tenga vida pública porque, ciertamente, es muy poco conveniente para un poder que pretende controlarlo todo y que no se le escape, de su malévolo redil, ninguna víctima del horror de su mando ha de ser un objetivo a alcanzar.

Así, si el católico lleva a cabo su fe en la Sacristía o en la intimidad de su casa, piensan los censores, se irá diluyendo lo religioso de la sociedad española. Han de creer, por tanto, que están llevando a cabo una actividad a largo plazo y, por ejemplo, tratan de controlar las mentes de nuestros hijos o de los hijos de otros, con Educación para la Ciudadanía que tanto es defendida tanto por la izquierda como por cierta derecha venida a menos espiritualmente hablando y dominada, en el fondo, por el mundo y lo mundano.


2.-Transformar la sociedad a su gusto

El resultado de toda esta aberrante forma de actuar es que se quiere convertir a la sociedad española en otro tipo de sociedad que adore a otros dioses menores (el dinero, el tener sobre el ser, el egoísmo, el relativismo, etc.) que son los nuevos baales, diosecillos de barro, de nuestro tiempo.

Para llevar a cabo tal barbaridad histórica y moral no pueden dejar de atacar cualquier símbolo, cualquier libro religioso que pueda suponer unión y cierto desdén hacia el poder. En fin, cierta animadversión elemental y básica hacia quien quiere hacer de su capa de mando un sayo a su medida ideológica.

Pero, para desgracia de tantos tergiversadores de la realidad (de uno y otro signo político), lo bien cierto es que tales símbolos están a nuestro lado y hasta el fin de los tiempos estarán con nosotros. Y contra eso, poco van a poder hacer.

Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Análisis Digital
 

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