Mt 13, 18-23
18
'Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. 19 Sucede a todo el que
oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado
en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. 20 El que fue
sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con
alegría; 21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando
se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba
enseguida. 22 El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra,
pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la
Palabra, y queda sin fruto. 23 Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el
que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento,
otro sesenta, otro treinta.'”
COMENTARIO
Que Jesús
hable en parábolas es debido a lo que, aquellos que le escuchan, no acabarían
de entender con un lenguaje más profundo. Por eso la que es del sembrador
plantea diversas situaciones de quien recibe la Palabra y la Ley de Dios.
El
sembrador es Dios que, con una santa y misericordiosa voluntad, quiere que sus
hijos los hombres conozcan lo que es importante que conozcan. Y siembra. El Todopoderoso siembra en el
corazón de sus hijos lo que sabe que es importante. Otra cosa es como se
recibida tal siembra.
La Palabra
de Dios puede caer, en el corazón, de muchas formas. Las hay de todas formas y
colores. Así, por ejemplo, desde quien todo lo recibe con gran ansia pero
pronto la pierde hasta quien la recibe muy bien y produce mucho. Y tal es la
situación, la última, que quiere Dios de nosotros, sus hijos.
JESÚS, ayúdanos a ser terreno fértil donde la
siembra de Dios fructifique.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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