Lc 5, 27-32
“27 Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: ‘Sígueme.’ 28 El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. 29 Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: ‘¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?’ 31 Les respondió Jesús: ‘No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. 32 No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.’”
COMENTARIO
La verdad es que cuando el Hijo de Dios tuvo que escoger a los que serían sus discípulos más allegados, sus Apóstoles, parece que no le pesó nada de nada a quién escogía. Y lo decimos, precisamente, por Leví, llamado luego Mateo.
Ya podemos imaginar lo que pensaron algunos cuando vieron que aquel Maestro escogía para ser un discípulo suyo a un publicano. Y es que los cobradores de impuestos para los romanos no eran muy bien vistos y eran tenidos por pecadores como si el dinero pudiera ser, en sí mismo, y su destino, causa de pecar…
Seguramente Jesucristo sabía que aquel hombre iba a ser un buen Apóstol y por eso lo escogió. Y, de todas formas, no son las personas sanas las que necesitan curación sino las que no lo están. Y con eso reconocía, por tanto, que Mateo tampoco estaba limpio de pecado aunque no fuera el que muchos creían.
JESÚS, gracias por dejar claro que tú quieres salvar a tus hermanos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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