21 de marzo de 2020

Reconocerse pecador


Lc 18, 9-14
"A algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás les dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.' En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!' Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado."

COMENTARIO

El caso que nos plantea el Evangelio de San Lucas de hoy tiene todo que ver con el reconocer qué somos porque de hacerlo caminaremos por el camino exacto que nos lleva al definitivo Reino de Dios, el Cielo.
Aquí se presentan dos actitudes: una de ella es la soberbia porque no reconoce lo que es sino que se cree más de lo que es; la segunda tiene que ver con el reconocimiento del pecado que, tantas veces, se adueña de nosotros.
Nosotros, a tal respecto, podemos escoger qué somos y cómo somos en cuanto al pecado. Y eso es lo que Dios quiere de nosotros: que seamos, como somos pecadores que reconocen que lo son.

JESÚS, gracias por decir la verdad acerca de cómo debemos ser.

Eleuterio Fernández Guzmán

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