20 de enero de 2020

Vino nuevo y vino viejo

Mc 2, 18, 22

“Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: ‘¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?’ Jesús les dijo: ‘¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día. Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echarían a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.’” 


COMENTARIO

Es cierto que el pueblo judío, en tiempos de Jesucristo, seguía más que bien ciertas tradiciones que tenía por buenas y mejores. Y muchos no comprendían como era posible que hubiera quien no las respetaba. Y eso pasa, a tenor de lo que aquí se dice, con los discípulos de Jesucristo.

El problema es que no acababan de comprender, primero, que su Reino no era de este mundo y, luego, que su doctrina era la de Dios y no la suya propia. Por eso andaban a lo que andaban…

El caso es que lo dice con toda claridad el Hijo de Dios con esto de los odres o pellejos para el vino: quien quiera recibir la Buena Noticia deberá cambiar su corazón porque, de otra forma, no podrá recibir bien lo que Dios quiere que reciba.


JESÚS,  gracias por decir las cosas como son.

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