16 de octubre de 2019

La Verdad es siempre la Verdad


Lc 11, 42-46

"'Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la  ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin omitir aquello.¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!' Uno de los legistas le respondió: '¡Maestro, diciendo estas cosas también nos injurias a nosotros!' Pero él dijo: '¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!'"
COMENTARIO

Ciertamente, en tiempos del Hijo de Dios, en los Últimos Tiempos llegados entonces, había quien no quería, para nada, a Jesucristo. Y queremos decir con esto, como es conocido por todos, que lo único que querían era, sencillamente, matarlo. Por eso no es nada extraño que Jesucristo les llamara la atención y que fuera tal llamada de atención lo que más los enfadara. Y es que no les decía palabras bonitas ni gratas de escuchar sino, por decirlo así, la pura y exacta verdad.
Aquellas personas, fariseos y maestros de la Ley, no querían saber nada de quien les decía que no hacían bien las cosas sino que no seguían la Voluntad de Dios, Aquel a quienes todos, al parecer y según decían, amaban cuando, en realidad, no seguían sino, en todo caso, disimulando.
Jesucristo, no lo podemos negar, se arriesgó mucho diciendo lo que les decía pero es más que cierto que donde era sí, Él debía decir sí y donde era no, no. Y bien que lo hacía.

JESÚS, gracias por ser tan franco y tan valiente.

Eleuterio Fernández Guzmán

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