26 de marzo de 2019

Perdonar siempre, a lo mejor no es fácil, pero es más que bueno


Mt 18, 21-25

“21 Pedro se acercó entonces y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?’ 22 Dícele Jesús: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’. 23 ‘Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. 25 Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. 26 Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.’ 27 Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. 28 Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes.’ 29 Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.’ 30 Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. 31 Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. 32 Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. 33 ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?" 34 Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano”.


COMENTARIO

No podemos negar que tiene mucha fuerza espiritual la parábola de los talentos que debe una persona a otra. Y es que aquella cantidad, si la llevamos a lo que sería hoy día una deuda económica era, al parecer, una barbaridad, mucho dinero. Lo que pasa es que el corazón de la persona a quien se le debe dinero es tierno y perdona una deuda tan grande a quien tanto le debe que, como sabemos, no devuelve el mismo trato a quien le debe, al contrario que debía él, una miseria.

El corazón, según nos enseña el Hijo de Dios, ha de ser de carne, tierno y blando para perdonar a quien algo nos debe: una ofensa o, en general, lo que sea. Por eso le dice a Pedro que ha de perdonar a su hermano...¡siempre!


JESÚS, gracias por enseñarnos una lección tan importante como es la del perdón.

Eleuterio Fernández Guzmán


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