7 de marzo de 2019

Negarse a sí mismo



Lc 9,22-25


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día’. Decía a todos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?’”.



COMENTARIO

Es bien cierto que seguir a Jesús era, en su tiempo, algo maravilloso. Se caminaba con un Maestro que enseñaba de forma muy distinta a como lo hacían otros y, por eso mismo, muchos quería seguir al Hijo de Dios.

Sin embargo, no era fácil. No lo era porque se tenían que cumplir una serie de condiciones espirituales que no todo el mundo estaba dispuesto a cumplir. Por eso dice Jesús que había que negarse a sí mismo o, lo que es lo mismo, abandonar todo lo viejo y venir a ser un hombre nuevo, con corazón de carne.

Así es más que probable que se pueda perder la vida. Pero la que se pierde, en todo caso, es la vida terrena, la mundana. Aquella que está más allá de la que ahora vivimos, será ganada por quien quiera seguir a Jesús y hacerlo con franqueza y sin dobleces.


JESÚS, seguirte a ti es, sin duda alguna, un gozo. Sin embargo, requiere cierta forma de actuar que no siempre estamos dispuestos a consentir para nosotros. Ayúdanos a cumplir contigo y hacerlo siempre.


Eleuterio Fernández Guzmán


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