Mc 8, 11-13
“11
Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal
del cielo, con el fin de ponerle a prueba. 12 Dando un profundo gemido desde lo
íntimo de su ser, dice: ‘¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os
aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal’. 13 Y, dejándolos, se embarcó
de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.”
COMENTARIO
Es
bien cierto que el pueblo elegido por Dios, aquel pueblo judío de su tiempo,
estaba ávido de señales. Es decir, al parecer no creían nada que alguien
pudiera decir si no iba acompañado de alguna señal que demostrase que lo que
decía era verdad. Y eso es lo que pasa con aquellos que, no queriendo para nada
al Hijo de Dios, le pedían (quizá exigían) que hiciese algo, que, en fin, diera
alguna señal de que lo que decía era cierto y que podía demostrar que era el
Hijo de Dios. Pero Jesucristo, que los conocía más que bien, no estaba
dispuesto a hacer nada más porque había hablado, y hablaba, de forma que por su
boca salía la Palabra de Dios. ¿Qué más necesitaban?
JESÚS, gracias por decir las cosas como se
tienen que decir.
Eleuterio Fernández Guzmán
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