Lc 4, 16-22.24-27.29-30
“16
Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la
sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 17 Le entregaron
el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde
estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para
anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a
los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos 19 y
proclamar un año de gracia del Señor. 20 Enrollando el volumen lo devolvió al
ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. 21
Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido
hoy’. 22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras
llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ‘¿No es éste el hijo de José?’
24
Y añadió: ‘En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria’.
25 ‘Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías,
cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo
el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de
Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta
Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio’.
29
y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura
escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30
Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.”
COMENTARIO
Cuando
el hijo de María y de José le dan el volumen del profeta Isaías todos estaban
esperando para ver qué pasaba. Y, al parecer, a nadie le disgustó lo que dijo:
se había cumplido lo escrito aquel mismo día.
Sin
embargo, el Hijo de Dios conocía el corazón de muchos de los allí presentes. Entonces
les revela algo que no les va a gustar: Dios no es un Dios de un solo pueblo,
el judío, sino que lo es de todos.
Eso
no les gusta nada a quien se creía el pueblo no sólo elegido sino el único a quien
Dios protegía. Y querían despeñarle. Sin embargo, aún no había llegado el
momento de entregar su vida, aún no.
JESÚS, ayúdanos
a tener fe en Dios Padre Todopoderoso y a reconocerlo como Padre de todos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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