Lunes, 6 de marzo de 2017
Lunes I de
Cuaresma
Mt 25, 31-46
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Cuando el Hijo
del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se
sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las
naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las
ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su
izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi
Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los
justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te
acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y
fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a
unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.
‘Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna’”.
COMENTARIO
El mensaje de Jesús no
siempre era bien recibido. Por eso cuando habla de temas como el que hoy trae
este texto del Evangelio de San Mateo, muchos debieran haberse preocupado. Y es
que llegará el día en el que a cada uno se le dará lo que le corresponda.
El caso es que Jesús se
pone de ejemplo pero el ejemplo lo pone en el prójimo de aquellos que le
escuchan. Por eso el bien que se hace al prójimo se le hace a Cristo mismo y el
daño que se hace al prójimo se le hace a Cristo mismo.
El resultado de todo esto
es bien claro: aquellos que hacen el bien a los necesitados tendrán un gran
gozo en el Cielo pero aquellos que no hagan el bien a quien de verdad lo
necesiten no tendrá ninguna recompensa ni nada por el estilo.
JESÚS,
ayúdanos a ser como
quieres que seamos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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