Lc
19, 1-10
“Convocando a los
Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar
enfermedades; y los envió a proclamar el
Reino de Dios y a curar. Y les dijo: ‘No
toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis
dos túnicas cada uno. cuando entréis en
una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no
os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en
testimonio contra ellos.’
Saliendo, pues,
recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes. Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo
que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de
entre los muertos; otros, que Elías se
había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes
dijo: ‘A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?’
Y buscaba verle. Cuando los apóstoles regresaron, le contaron cuanto habían
hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada
Betsaida.”
COMENTARIO
Jesús debía escoger a los que
iban a continuar su predicación y la anunciación del Reino de Dios. Eso hace.
Pero no sólo hace eso sino que los envía al mundo a proclamar aquello que debía
ser conocido por todo el que pudiera conocerlo.
El Hijo de Dios les
aconseja que se dejen llevar por la santa Providencia de Dios. Por eso no deben
llevar nada más que lo necesario. El Todopoderoso proveería para ellos todo lo
necesario.
Algunos, como Herodes, no
acababan de comprender que aquel Maestro era algo más que un Maestro. Por eso
se hace cábalas al respecto. Está, sin embargo, ciego y no es capaz de
comprender la verdadera naturaleza de Cristo.
JESÚS,
ayúdanos a comprender la
verdad de la Verdad.
Eleuterio Fernández Guzmán
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