11 de mayo de 2016

Ser unos con Cristo

Miércoles VII de Pascua

Jn 17,11b-19

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. 

‘Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad’”.

COMENTARIO

Jesús había sido enviado al mundo por el Todopoderoso para que cumpliera una misión bien determinada. Es decir, no se encarnó para ver qué hacía, a la suya, sino que tenía instrucciones precisas. Y una de ellas era cuidar de aquellos que Dios le iba a entregar.            

Una de las características de los hermanos de Cristo es que se convierten en seres que no son de este mundo. Es decir, vivimos en este mundo pero el nuestro, el anhelo, es la otra vida, el Cielo, la vida junto al Todopoderoso.

Y Jesús, que sabía que era necesario que su mensaje llegara a todos los confines del mundo, envía  a los suyos para hagan lo propio: transmitir que el Reino de Dios ya había llegado al mundo, que la vida eterna estaba al alcance de un sí. Y todo eso siendo unos con Cristo y Cristo, con Dios.


JESÚS,  ayúdanos a aceptar la Palabra de Dios como camino y como verdad.



Eleuterio Fernández Guzmán

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