22 de diciembre de 2015

Magnificat



Lc 1,46-56

“En aquel tiempo, dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos’.


COMENTARIO

María, sin duda inspirada por el Espíritu Santo, proclama esta oración que está llena de verdad y de la voluntad del Creador. En ella se muestra hasta qué punto puede llegar a cumplir lo prometido el Todopoderoso.

Se alegra el corazón de María porque Dios ha hecho con ella lo que parece, lo que es, imposible para el hombre. Ella se entregó a la voluntad del Creador y eso le valió llevarlo en su seno para que el mundo se salvar con el nacimiento del Mesías.

Y por encima de todo la misericordia del Todopoderoso: hace lo bueno con los que necesitan que se les haga y lo contrario con quienes se creen por encima de los demás y abusan de ellos. Ahí radica la voluntad de Quien pudiéndolo hacerlo todo hace lo que vale la pena hacer.

JESÚS,  ayúdanos a gozar con esta oración.

Eleuterio Fernández Guzmán



No hay comentarios:

Publicar un comentario