Lunes XXX del tiempo ordinario
Lc 13,10-17
“En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando
en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía
dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al
verla Jesús, la llamó y le dijo: ‘Mujer, quedas libre de tu enfermedad’. Y le
impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una
curación en sábado, decía a la gente: ‘Hay seis días en que se puede trabajar;
venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado’. Le replicó el Señor: ‘¡Hipócritas!
¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno
para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató
Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en
día de sábado?’. Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban
confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que
hacía.”
COMENTARIO
Los
que perseguían a Jesús buscaban ocasiones para ponerlo a los pies de los caballos.
Por eso cuando aquella mujer puede verse curada por el Hijo de Dios lo único
que les preocupa es si la cura en sábado.
Aquella
mujer estaba muy necesitada de ayuda. No podía erguirse y eso, lógicamente, le
produciría graves consecuencias físicas y, también, materiales a la hora, por
ejemplo, de ejercer alguna profesión.
A
Jesús le debió molestar la actitud de los que no entendían lo importante que es
la misericordia de Dios. Es más, no podía entender cómo era posible que
aquellas personas que hacían cosas en sábado no eran capaces de entender que
las necesidades aquellas eran más que importantes y se debía prestar la
atención adecuada.
JESÚS, ayúdanos a tener en cuenta las necesidades
ajenas.
Eleuterio Fernández Guzmán
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